Giovanni Battista Piranesi fue un ilustrador de antigüedades arqueológicas. Todo lo descubierto en Roma durante el siglo XVIII pasó por sus ojos y fue reproducido a la perfección en sus grabados. Tanto éxito tuvieron las reproducciones, que los turistas que iban a Roma en ese siglo no se marchaban sin un Piranesi.
El artista estudió arquitectura, pero sólo se realizó uno de sus diseños. Quizás eran demasiado arriesgados o innovadores, quizás no tuvo la suerte de otros. Pero no importó… por lo visto su pasión eran las viejas ruinas y los objetos de una antigüedad mejor, y dibujando edificios y hallazgos arqueológicos es donde pudo desarrollar su espectacular afán descriptivo.
Pero Piranesi tenía otra pasión, y esa era, como no puede ser de otra manera en un artista de verdad, la de imaginar cosas. Así mezclando descripción e imaginación, el artista empezó a hacer dibujos como los que veis arriba ahora mismo. Dadle a “siguiente” y alucinad.
Piranesi realizó una serie de piezas en las que inventó cárceles de lo más imaginativo. Son puras arquitectura utópicas –o quizás distópicas- en los que combinó estilos arquitectónicos y a lo mejor se inventó también unos cuantos. Mezcla de sus amadas ruinas romanas en los que hay enormes y a la vez agobiantes calabozos, oscuros corredores, escaleras, galerías, plataformas, techos altísimos…
Destaquemos los claroscuros también que potencian la monumentalidad de estos sitios, que si no están inventados, si no fueron copiados directamente, al menos son del todo factibles, quizás ya existan en nuestros sueños.
Son interiores que se anticipan al romanticismo y al siglo XX, que nutrieron el arte de Escher, que recuerdan a Kafka o Tolkien, y que inspiraron innumerables películas de terror y videojuegos.
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