LA LUZ ES MATERIA Y MATERIAL
Cuando, por fin, un arquitecto descubre
que la LUZ es el tema central de la Arquitectura, entonces, empieza a entender
algo, empieza a ser un verdadero arquitecto.
No es la LUZ algo vago, difuso, que se da
por supuesto porque siempre está presente.
Sí es la LUZ, algo concreto, preciso,
continuo, matérico. Materia medible y cuantificable donde las haya, como muy
bien saben los físicos y parecen ignorar los arquitectos.
La LUZ, como la GRAVEDAD, es algo
inevitable. Los arquitectos deberían llevar siempre consigo la BRUJULA
(dirección e inclinación de la LUZ), y el FOTOMETRO (cantidad de LUZ), como
siempre llevan el metro, y el nivel, y la plomada. Se descubre entonces, que la
LUZ es la única que de verdad es capaz de vencer, de convencer a la GRAVEDAD. Y
así, cuando el arquitecto le pone las trampas adecuadas al sol, a la LUZ, ésta,
perforando el espacio conformado por estructuras que, más o menos pesantes,
necesitan estar ligadas al suelo para transmitir la primitiva fuerza de la
GRAVEDAD, rompe el hechizo y hace flotar, levitar, volar ese espacio. SANTA
SOFÍA, el PANTEÓN o RONCHAMP, son pruebas tangibles de esta portentosa
realidad. La LUZ en la Arquitectura tiene tanta entidad material como la
piedra.
Pensamos y escribimos que los góticos
realizaron maravillosas brujerías con la piedra, haciéndola trabajar al máximo
de sus posibilidades, para alcanzar la LUZ, más LUZ. Como sabían que el sol
ataca en diagonal, alargaban sus ventanas, las alzaban, para lograr atrapar
esos rayos diagonales, casi verticales, preludiando ya lo que luego vendría a
poder hacerse hoy. Más que organizar la piedra para poder atrapar la LUZ,
podemos leer el Gótico como el deseo de organizar la LUZ para tensar el
espacio.
Hágase la LUZ y la LUZ se hizo! El primer
material creado, el más eterno y universal de los materiales, se erige así en
el material central con el que construir, CREAR el espacio. El arquitecto
vuelve así, a reconocerse una vez más como CREADOR. Como dominador del mundo de
la LUZ.
LAS TABLAS DE LA LUZ
Lorenzo Bernini, tenía unas tablas para el exacto
cálculo de la LUZ. Bien sabía el maestro que la LUZ, cuantificable y cualificable, podía ser controlada
científicamente. La lástima fue que, a la vuelta de su agotador y estéril viaje
a París, su joven y distraído hijo las perdiera.
Se sabe que Le Corbusier, pasados tantos
años, logró adquirir en una librería de París, algunas de las páginas clave del
preciado manuscrito. Y que lo supo usar astutamente. Y así pudo, también él,
controlar la LUZ con precisa precisión. Y es que la LUZ es algo más que un
sentimiento. La LUZ es cuantificable y cualificable. Ya sea con las tablas de Bernini o de Le Corbusier. O con la
brújula y las cartas solares y con el fotómetro. Ya sea con maquetas a
escala o con los perfectísimos programas
de ordenador que ya están en el mercado. Es posible controlar, domar, dominar
la LUZ.
Los mecanismos, las trampas, con los que
la Arquitectura atrapa la LUZ, con sus dimensiones y proporciones bien
definidas, son la causa de la tensión espacial, de la Belleza, de las obras que
constituyen la mejor historia de la Arquitectura.
Cambiar el pequeño diámetro de las
lucernas estrelladas de los Baños de LA ALHAMBRA, achicándolos, o cambiar la
altura del plano horizontal superior de ese “continuum” que es la CASA
FARNSWORTH, aumentándola, serían fórmulas seguras para destruir ambas piezas,
geniales, de nuestra Cultura.
Se puede afirmar entonces, que la LUZ es
cuantificable y cualificable, controlable. Con el hombre como
medida, pues es para él, para el hombre, para el que creamos la Arquitectura.
UNA PRUEBA DE FUEGO
Imagine que el actual propietario de la Maison de Verre, decidiera cambiar el gran panel de
pavés por el más tecnológico y transparente muro cortina con el más grande y
plano vidrio existente en el mercado? Pasarían esta vez muchas más cosas,
entrarían en ese espacio toda la fealdad del patio parisino en que está
inmersa. Si, para evitar esto, se le ocurriera aprovechar las vidrieras góticas
de la Iglesia de St. Denis, la cosa tomaría otros colores, la invasión de
angelotes trompeteros y personajes bíblicos impediría la visión del patio y
convertiría el conocido espacio en pura gloria celestial de mil colores.
Así entonces, con un mismo espacio,
idéntico en dimensiones, construcción, uso y contexto, han desfilado ante
nuestra imaginación espacios distintos y un sólo (el original) espacio
verdadero. Con sólo cambiar un material, la LUZ. Con sólo cambiar su cantidad y
su cualidad.
El arquitecto de la Maison de Verre, Pierre Chareau, usó la LUZ como un material, sabiendo
que hay que dotarla de definición física. Decir LUZ, igual que decir PIEDRA, es
no decir casi nada; es sólo el comienzo.
Y es que hay muchas clases de LUZ. Según
sea su dirección, LUZ HORIZONTAL, LUZ VERTICAL, y LUZ DIAGONAL. Según su
cualidad, LUZ SOLIDA y LUZ DIFUSA.
Cuando los antiguos necesitaban tomar LUZ
VERTICAL, no podían hacerlo porque, si horadaban el plano superior, el agua y
el viento y el frío y la nieve, se metían por allí. Sólo los dioses,
inmortales, se atrevieron a hacerlo en el Panteón, premonición del logro de la
LUZ VERTICAL.
Así, a lo largo de la Historia de la
Arquitectura, la LUZ ha sido siempre HORIZONTAL, horadando los muros. Como los
rayos del sol que caen sobre nosotros son diagonales, gran parte de la Historia
de la Arquitectura puede ser leída como el intento de transformar la LUZ
HORIZONTAL o DIAGONAL, en LUZ que pareciera VERTICAL. Así lo hizo el Gótico,
que debe ser leído como el deseo de conseguir una LUZ cualitativamente más
vertical, en este caso DIAGONAL. Y muchas de las operaciones del Barroco con la
LUZ, deben ser leídas como un intento de, torciéndola con ingeniosos
mecanismos, convertir la LUZ tomada horizontalmente en LUZ que pareciera LUZ
VERTICAL.
La posibilidad de la LUZ VERTICAL sobre
espacios climáticamente controlados, no haya sido posible hasta la aparición
del vidrio plano en grandes dimensiones. Con la posibilidad de construir el
plano superior horizontal horadado y acristalado se hace también real la
posibilidad de introducir esa LUZ VERTICAL. Es ésta una de las claves del
Movimiento Moderno, de la Arquitectura contemporánea, en su entendimiento de la
LUZ.
No sé si los arquitectos de los Baños de
la Alhambra, que abrieron los certeros huecos estrellados en sus cúpulas, eran
conscientes del prodigio que estaban provocando. En una primera lectura,
aquellos orificios deberían servir, tanto para iluminar unas estancias que
pedían ser discretas, como básicamente para que el vapor de agua tuviera su
natural salida. Pero sobre todo estaban convocando la llegada de la LUZ SOLIDA
que, certeramente, como cuchillos, se colaba por allí. Aún es posible ver hoy,
en algunos baños turcos de Constantinopla, espacios de esta índole, donde el
vapor de agua en su intersección con esta LUZ SOLIDA, hace más palpable la
materialidad de esta blanca LUZ.
Tampoco sé, si Le Corbusier, que tanto
usaría luego de aquella LUZ SOLIDA, era consciente cuando levantó el
inigualable Estudio de Ozenfant, de que lo que en verdad estaba
poniendo en pie era un teorema sobre la LUZ DIFUSA. La ingeniosa solución
constructiva de los pequeños dientes de sierra en cubierta producía, a través
de un techo contínuo traslúcido, un plano material de
LUZ DIFUSA. Luego, en convergencia con el ángulo de grandes vidrios, y tras el
necesario acuerdo de líneas, creó ese asombroso triedro de LUZ DIFUSA.
Es obvio apuntar que aquella LUZ SOLIDA
sólo es posible tomarla cuando la Arquitectura se orienta hacia el SUR (el
Norte en nuestro hemisferio), para recibir la LUZ ARROJADA que luego se
dosifica en su justa medida. Es esta LUZ ARROJADA, SOLIDA, dramática del sur
(el Norte en nuestro hemisferio), la que produce, bien usada, los efectos más
espectaculares, capaces de cortar nuestra respiración.
Y de la misma manera, la LUZ DIFUSA ser
tomada normalmente al orientarse la Arquitectura al norte (el Sur en nuestro
hemisferio), para obtener esa LUZ REFLEJADA, DIFUSA, serena y tranquila. LUZ
que produce efectos de calma y reposo.
Con estos registros, entendemos que
podemos buscar y utilizar las cualidades diversas que nos ofrece la LUZ,
dependiendo de su orientación en el espacio y en el tiempo. Así, podríamos
matizar entre la LUZ clara y azul de la mañana, cuando buscamos la orientación
Este, y la LUZ cálida y dorada del atardecer, cuando nos orientamos hacia el
Oeste. Sabiendo que ambos tipos de LUZ, son básicamente horizontales.
Así, podríamos seguir profundizando en
conceptos y matices relativos a la LUZ en la Arquitectura, como son la
Transparencia, el Contraluz, la Sombra o la Oscuridad, la Luminosidad y el
Color.
Y también habría que apuntar aquí algo
sobre la condición de materia en movimiento continuo que la LUZ tiene.
Siguiendo los ritmos solares que puntualmente le marca la Naturaleza. Con y
para el hombre, esta luz viva presta su vida a la verdadera Arquitectura
CON VARIAS LUCES A LA VEZ
Como Edison inventaría más tarde la luz
eléctrica, Bernini inventó algo tan sencillo pero tan
genial como la “Luce alla Bernina”. Utilizando varias fuentes visibles de
LUZ, creaba primero un ambiente de base con LUZ DIFUSA, homogénea, generalmente
del norte (el Sur, si hubiese trabajado en el hemisferio Sur), con la que
iluminaba, daba claridad al espacio. Luego, tras centrarlo geométricamente con
las formas, rompía en un punto concreto ocultando la fuente a los ojos del
espectador, produciendo un cañón de LUZ SOLIDA que se erigía en protagonista de
aquel espacio. El contraste, contrapunto entre ambos tipos de LUZ, tensando endiabladamente
aquel espacio, producía un efecto arquitectónico de primera categoría. Ejemplo
paradigmático de esta operación es Sant Andrea al Quirinale. La
LUZ SOLIDA en visible movimiento,
danzando sobre una invisible LUZ DIFUSA en reposada quietud.
Claro que otro tanto habían hecho los
orientales Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, con más LUZ que de
dimensión, la fantástica cúpula de Santa Sofía. El sol arroja sus rayos en
direcciones divergentes que, por su distancia a la tierra, llegan como si
fueran paralelos. Qué ocurre entonces en el interior de Santa Sofía, que recibe
LUZ por todas sus altas ventanas como si varios soles estuvieran alumbrándola?
Qué pasa que los rayos de LUZ entran en
ese interior de manera convergente produciendo efectos increíbles?. El secreto,
sencillo, está en la dimensión y espesor preciso de esas ventanas, que hace que
la LUZ REFLEJADA en las profundas jambas tenga casi tanta fuerza como la LUZ
SOLIDA directa, y el efecto sea el descrito. La muy sabia combinación de las
dos fuentes de luz, directa e indirecta, es la fórmula secreta del prodigio.
La LUZ, como el vino, además de tener
muchas clases y matices, no permite los excesos. La combinación de diversos
tipos de LUZ en un mismo espacio, en exceso, como con el vino, anula la posible
calidad del resultado.
La combinación adecuada de diferentes
tipos de LUZ tiene, conociéndolos, posibilidades infinitas en Arquitectura.
Bien lo sabían Bernini y Le Corbusier, Antemio de Tralles y Alvar Aalto, Adriano, o el mismo Tadao Ando.
FINALE
En definitiva, no es la LUZ la razón de
ser de la Arquitectura? No es la Historia de la Arquitectura la de la búsqueda,
entendimiento y dominio de la LUZ?.
No es el Románico un diálogo entre las
sombras de los muros y la SOLIDA LUZ que penetra como un cuchillo en su
interior?
No es el Gótico una exaltación de la LUZ
que inflama los increíbles espacios en ascendentes llamas?
No es el Barroco una alquimia de LUZ
donde sobre la sabia mezcla de luces difusas irrumpe la LUZ certera capaz de
producir en sus espacios inefables vibraciones?
No es finalmente el MOVIMIENTO MODERNO,
echados abajo los muros, una inundación de LUZ tal que todavía estamos tratando
de controlarla? No es nuestro tiempo un tiempo en el que tenemos todos los
medios a nuestro alcance para, por fin, dominar la LUZ?
La profundización y la reflexión sobre la
LUZ y sus infinitos matices, debe ser el eje central de la Arquitectura por
venir. Queda aún un largo y riquísimo camino por recorrer. La LUZ es el Tema.
Cuando en mis obras logro que los hombres
sientan el compás del tiempo que marca la Naturaleza, acordando los espacios
con la LUZ, temperándolos
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