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1. ¿NIDO O CUEVA?
El nido y la cueva son estadios primitivos de la arquitectura, pero, en cierto sentido, representan realidades opuestas. Para la persona (o animal) que lo habita, el nido puede describirse como “lugar funcional” acondicionado de forma acogedora. En cambio, la cueva es ajena a sus habitantes. Es un lugar que acontece de manera natural, sin tener en cuenta si es acogedor o no para que una persona lo habite. No obstante, tampoco es un lugar poco apropiado para vivir. La cueva presenta huecos y requiebros, así como expansiones y contracciones inesperadas del espacio. Al entrar en una cueva, la gente redescubre cómo habitar estos accidentes geográficos: en esos huecos parece que se puede dormir, esa altura parece apropiada para comer, esos rincones parecen un poco más privados, aquí podría poner este libro. Así, las personas empiezan a habitar gradualmente estas características geográficas. En otras palabras, una cueva no es funcional, sino heurística. En lugar de un funcionalismo coercitivo, consiste en un lugar estimulante que permite una gran variedad de actividades. Cada día sus habitantes descubrirán nuevos usos para un mismo lugar.
Por tanto, nido y cueva parecen conceptos similares pero en realidad son opuestos. Un lugar funcional, hecho para la gente, y un lugar que existe antes que la gente y que es distinto, ajeno a ella. Y precisamente porque es distinto, existen oportunidades de descubrimientos imprevistos. Por eso, al decir cueva no estamos diciendo que el aspecto externo deba ser el de una cueva, sino que esa cualidad de cueva puede imaginarse como una forma pura que podríamos denominar la caverna transparente.
Más que en nidos, creo que la arquitectura del futuro debería consistir en espacios parecidos a cuevas. Sería más enriquecedor. El problema es que la caverna en sí es una topografía natural que produce efectos de otredad inesperados en las personas. ¿Es posible una “cueva artificial” en “una arquitectura creada por el hombre”? La gran incógnita es si se puede realizar de forma intencionada algo que exista sin propósito, o algo que vaya más allá del propósito.
Es precisamente la idea de caverna artificial y transparente lo que anuncia las posibilidades de la arquitectura del futuro.
2. GRADACIÓN
Creo que la gradación va a convertirse en una palabra clave para la arquitectura del futuro. Por ejemplo, entre el blanco y el negro existe una gradación infinita, y entre el 1 y el 0 existen infinitos números.
En la arquitectura ordinaria, nuestro mundo se organiza según la palabra “función”, separándolas en términos de blanco y negro. Pero, ¿no está la vida real constituida por innumerables acciones intermedias? A diferencia de Internet, el espacio real no puede transformarse súbitamente de 0 a 1. El encanto del espacio físico yace en la riqueza de gradaciones que existen en el mundo real entre el 0 y el 1. Se pueden conseguir experiencias valiosas con nuevas formas que utilicen ese tipo de “gradación”; son descubrimientos arquitectónicos. Las cajas anidadas de la Casa N ilustran esa idea, y el suelo articulado de la Casa de madera definitiva es un ejemplo de otro método.
Las gradaciones se pueden producir en varios lugares. Entre el interior y el exterior, entre la arquitectura y la ciudad, entre el mobiliario y la arquitectura, entre lo privado y lo público, entre el teatro y el museo, entre la casa y la calle, entre el objeto y el espacio, entre la mañana y la tarde, entre lo conocido y lo desconocido, entre el movimiento y el reposo. Hay gradaciones por descubrir entre todos los conceptos, y deberíamos ser capaces de darles forma. La idea de gradación nos abre a grandes posibilidades arquitectónicas.
3. NOTACIÓN MUSICAL SIN PENTAGRAMA: NUEVA GEOMETRÍA
En el sistema de escritura musical basado en el pentagrama de cinco líneas, los sonidos se disponen sobre el “tiempo homogéneo” de la línea melódica y el pentagrama. Algo muy parecido ocurre en la arquitectura moderna, donde las cosas se colocan en el “espacio homogéneo” del sistema de coordenadas cartesianas. Y tal vez podría entenderse la arquitectura de Mies como un pentagrama en el que no se ha escrito nada. Sin incluir ningún sonido extraño en el pentagrama, Mies insistió en que el propio pentagrama es la arquitectura (=música). Imaginó claramente la base de la arquitectura (=música).
Intentamos escribir música quitando el pentagrama y dejando que lo sonidos floten. ¿Se ha producido desorden? En absoluto. Entre los sonidos continúa habiendo relaciones. Muchos de ellos se entrelazan con vínculos distintos. Las relaciones locales generan un orden blando y dinámico. El orden de la arquitectura del siglo XXI es precisamente el orden que esa notación musical sugiere.
4. SIMULTÁNEAMENTE AUTÓNOMO Y CONECTADO
La arquitectura es la producción de un sistema “autónomo”. Y, sin embargo, la arquitectura es, al mismo tiempo, la producción de un sistema “conectado”. Diseño redes de relaciones imaginando el abanico infinito de condiciones que yacen entre la autonomía y la conexión. Sin embargo, no se trata de redes fijas. Si se consigue producir un orden dinámico, por ejemplo, algo que está simultáneamente separado y conectado, surgirá una experiencia arquitectónica rica. Por tanto, toda arquitectura puede describirse como un espacio único. Todos los lugares están conectados y son autónomos simultáneamente.
5. LA CASA COMO CIUDAD, LA CIUDAD COMO CASA
La arquitectura y la ciudad no son cosas separadas, sino manifestaciones distintas de una misma cosa. Una ciudad no es una reunión de edificios, sino que en sí misma es un edificio grande y complejo. Un edificio no es una parte de la ciudad, sino una ciudad en miniatura. En este caso la pieza no es una parte del todo, y el todo no es la suma de sus partes. La parte y el todo se interrelacionan continuamente y, a veces, la parte compite con el todo o el todo está contenido en la parte.
Tokio, por ejemplo, es una gran casa. Cuando vives en Tokio, incluso aunque sólo des un único paso fuera de tu casa (o sea, de tu habitación), te ves rodeado por pequeñas callejuelas de escala agradable que son una ampliación confortable de la casa. Al impregnarse suavemente una a la otra, la casa y la ciudad se funden. Vivir en Tokio es vivir en una casa y, al mismo tiempo, vivir en la gran casa que es la ciudad. La pequeña escala se conecta a la grande de manera gradual. El espacio para una sola persona está en continuidad con magníficas perspectivas de la gran urbe. Si se piensa en una casita como si fuera una ciudad, puede resultar divertido implementar una complejidad infinita en ella. Y si la ciudad se piensa como una gran casa, la enormidad de su escala puede dar paso a una nueva sensibilidad en la percepción del espacio arquitectónico. Un espacio urbano, por ejemplo, puede imaginarse como si fuera una estancia de un millón de metros cúbicos. Y ese espacio ya no es el de la ciudad convencional, sino el de una nueva imagen de la ciudad.
6. ANIDAR
La arquitectura ideal es quizás algo parecido a una zona brumosa, indefinida.
Un lugar en el que exterior y el interior se funden. El reto y la inventiva de la arquitectura es implementar esas zonas brumosas mediante la presencia rígida y sólida de la arquitectura.
Por ejemplo, a mí me interesan las composiciones anidadas. Al colocar capa sobre capa mediante el anidamiento de cajas perforadas, se produce una zona a un tiempo espesa e indefinida. El anidamiento genera varias gradaciones. Y, sobre todo, no está sujeto a escala alguna. El anidamiento se expande desde una cajita que cabe en la palma de la mano hasta la escala del mobiliario, la escala de la casa que lo contiene, la escala urbana, la escala planetaria, la escala cósmica. Esto es así porque el anidamiento es un formato relativo que no se regula más que por las superficies interiores o exteriores. El orden sólo viene regulado mediante relaciones locales.
El anidamiento es, además, un formato tolerante. La arquitectura anidada siempre es un fondo y permite que las diversas impurezas en que consiste la vida diaria y la diversidad del mundo real se desarrolle en sus intervalos. El anidamiento es un sistema conceptualmente claro, pero siempre permite la flexibilidad de alojar la impureza, y la indeterminación.
7. BOSQUE
Un bosque es un lugar en el que la transparencia coexiste con la opacidad. Un lugar en que las partes coexisten con el todo. Un lugar que tiene una envolvente exterior y, al mismo tiempo, carece de ella. Un lugar que puede resultar acogedor para la persona y, al mismo tiempo, ser ajeno. Una arquitectura que se parezca a un bosque es un tipo de arquitectura ideal.
8. ANTES DE LA DIVISIÓN
En el Sir John Soane´s Museum de Londres se pueden contemplar varios objetos pequeños, dispuestos en pequeñas hornacinas, que producen una misteriosa sensación de inversión, en que no se acaba de entender si el espacio está formado por los objetos o son los objetos los que están formados por el espacio. El lugar entero es a la vez un espacio y una colección de objetos.
Al caminar por los alrededores de la capilla de Ronchamp de Le Corbusier, el objeto que se tiene delante de los ojos es un edificio gigantesco y voluminoso, pero, al mismo tiempo, esa mole produce la sensación de que nos hallamos ante “lo que queda” del espacio que se extiende a su alrededor. En el interior de la abadía de Le Thoronet, al sur de Francia, la luz penetra por rendijas de la estructura de piedra. Pero ese purísimo volumen de luz hace difícil saber qué estaba primero, si la luz o la piedra. Quizás porque sea un estado previo a la división entre luz y objeto.
Tal vez hacer arquitectura consiste en producir una condición primordial de unidad, justo antes de la división entre luz y objeto, espacio y objeto, natural y artificial, interior y exterior, ciudad y casa, grande y pequeño. Sería una condición primordial y simultáneamente diversa, clara y su vez completamente incomprensible.
Antes de la división entre luz y oscuridad, entre sonido y silencio.
9. LUGAR
Louis I. Kahn hablaba de la “habitación”. Me gustaría dar un paso atrás desde la idea de habitación para utilizar el término “lugar”. Quiero imaginar un espacio ligeramente más primordial.
Y ¿qué es, pues, un lugar?
Un lugar es algo que podría ser habitado por una persona. Pero, sin embargo, no es un sitio preparado para que una persona lo habite. Es un sitio lleno de oportunidades para que esa persona descubra zonas especiales. Podríamos decir, por ejemplo, que no es un “nido” sino una “cueva”. El nido está construido para ser habitado, pero una cueva está simplemente ahí, y se descubre un lugar dentro de sus límites. Por tanto, un lugar no es necesariamente una habitación, sino que debe ser algo más vago y menos delimitado. Un lugar no puede aislarse de forma individual, en cambio, empieza a tener significado como tal en relación con otros lugares. Y esto es así porque la relación entre una nada y otra nada se transforma en algo. En las interrelaciones de cosas muy débiles y difusas, la propia relación llega a ser el lugar.
En el ámbito de un espacio que es algo más relajado que una habitación, una persona descubre un lugar en las relaciones, y esta ambigüedad puede convertirse en la base de la arquitectura. Y con el débil carácter de una “incapacidad de establecerse de manera independiente”, se abre inesperadamente la posibilidad de unorden que implica una conexión con otros lugares, que son locales pero simultáneamente poseen la cualidad de algo completo, global. De la “habitación” cerrada al “lugar” abierto.
* Sou Fujimoto. “Futuro Primitivo”. Revista 2G, Nº50. Gustavo Gili. Barcelona, 2009.